Descripción
Me llamo La Casa del Ayer, y he visto pasar siglos en este pequeño rincón de Ábalos, La Rioja. Mis muros de sillería han resistido inviernos fríos y veranos templados, mientras mis vigas de madera crujen con cada soplo del viento que baja de la sierra de Cantabria. Bajo mi cocina, donde durante generaciones se ha cocinado al fuego de la lumbre, guardo un tesoro escondido: un calado excavado en la roca, fresco y silencioso, con el aroma a vino impregnando sus paredes. Fue construido con paciencia, golpe a golpe, por manos rudas pero sabias que conocían el arte de conservar el vino en la oscuridad perfecta. Allí abajo, a la luz tenue de un candil, se han sellado acuerdos entre cosecheros, se han contado historias en noches de vendimia y se han abierto barricas para brindar por la buena fortuna. Hoy, sigo custodiando mis secretos, mientras en la plaza cercana se oyen los ecos de un pueblo que, como yo, vive y respira vino. Te invito a conocer mi refugio más especial: La Alcoba, el dormitorio principal. Diseñado para dos almas que buscan descanso, cuenta con una acogedora cama de matrimonio a la que se llega subiendo dos escalones, coronada por un encantador dosel que parece abrazar los sueños. Adyacente, encontrarás una sala privada, perfecta para momentos de intimidad, y un baño en suite con una lujosa ducha de hidromasaje, donde cada gota te transporta a un oasis de relajación y bienestar. El Altillo, mi refugio familiar de dos niveles. En la planta baja, una cama de matrimonio acoge el descanso con calidez, mientras que en la parte superior, otra cama de matrimonio te permite dormir bajo el manto de las estrellas. Además, el altillo cuenta con una sala acogedora para ver televisión y un rincón de lectura, ideal para sumergirse en historias y sueños. Un espacio pensado para que la familia disfrute de momentos únicos en un ambiente lleno de encanto y tradición. Y mi cocina, el corazón de mi planta baja. Aquí, diseñada para acoger a 6 comensales, encontrarás una vitrocerámica moderna y una cafetera que despiertan aromas que invitan a empezar el día. Una gran mesa de madera, junto a muebles hechos a mano, es testigo de innumerables charlas y encuentros. Bajo esta cálida estancia, unas escaleras de piedra te llevan 8 metros hacia mi calado medieval, donde grandes arcos de piedra, intactos desde el siglo XVI, conservan la esencia de tiempos pasados. Cada rincón de mi cocina cuenta una historia, fusionando la modernidad con mi rica tradición.