Descripción
A veces basta con salir de nuestro rincón y mirar a nuestro alrededor para descubrir algo nuevo, para encontrar lo insólito y lo desconocido. ¿Sabía, por ejemplo, que en Kashubia hay colinas, valles y barrancos? Y no montañas cualquiera, sino postglaciares. Bastan 30 km del mar Báltico para elevarse un cuarto de kilómetro sobre su nivel. En una de estas colinas postglaciares, en una pradera deliciosamente verde rodeada de bosque, creamos nuestro pueblo de tiendas. Instalamos ocho tiendas más pequeñas en una cima bastante empinada y seis más grandes en un claro más suave. Tenemos 6,5 hectáreas de terreno, pero es difícil encontrar siquiera un metro cuadrado de espacio llano. Sin embargo, las vistas desde la cima son buenas. Sobre los bosques circundantes, el Kashubian Beskid y el valle del río al pie de la parcela. Aquí es donde, al atardecer, se posa la radiante niebla, que tiende un espeso edredón sobre la hierba. Por la mañana, el despertador puede ser sustituido por el repiqueteo de las grullas, y en otoño, los ciervos hacen acto de presencia con su bramido. En el bosque también puede encontrarse con Daniels, y le diremos de dónde vienen. Aparte de eso, es tan tranquilo como una semilla de amapola, o quizá más como una cornucopia, que crece en los campos de los alrededores. Tenemos el camino pavimentado de la Ruta del Ámbar delante de las narices, el río detrás de la carretera, la Vía Láctea en lo alto y terrazas de observación junto a las tiendas.