Descripción
La historia se desarrolla en la pintoresca Osieki Lęborskie, donde aún se evita el bullicio turístico y el espacio se ha defendido del caos comercial de la costa. Este lugar, justo al lado de las playas más hermosas y casi sin descubrir, está lleno no sólo de tesoros naturales, sino también de una rica historia. En el corazón de esta historia se encuentra la familia von Krockow, cuya huella sigue presente a pesar del paso de los años. El hermoso castillo que perteneció a los condes hace tiempo que desapareció, pero aún quedan aquí testimonios del pasado: una iglesia con una pila de piedra, un granero, una casa popular, una guardería, un antiguo restaurante y dos vicarias. Una de ellas, la más antigua, alberga nuestra casa. Nuestra vida en Osieki está inextricablemente ligada a la historia de mis abuelos. Después de la guerra vinieron aquí desde distintas partes de Polonia: el abuelo Stanislaw perdió su finca familiar en la región de Lublin, y la abuela Alicja tuvo que dejar su mansión cerca de Varsovia, donde desarrolló su talento musical. En Pomerania, el abuelo trabajó como jefe de fitomejoradores en el Instituto de Fitomejoramiento de Gdansk, y la abuela continuó con su pasión por la música, componiendo y organizando conciertos y bandas. Les dieron un piso en una gran casa de los años treinta que antes había servido de casa parroquial, en realidad la casa del pastor de una iglesia evangélica. En esta casa crearon un auténtico centro de vida, lleno de pasión, amor por la gente, la naturaleza y el arte. Esta energía, esta capacidad de ver la belleza en todo, se ha transmitido de generación en generación. Hoy cumplo su sueño: seguimos viviendo en la misma casa, cuidamos todo lo que construyeron y sus elementos antiguos, como las contraventanas verdes, han vuelto a su lugar tras la renovación. Los huéspedes que visitan nuestra casa vuelven a sentirla como un espacio familiar. Les hemos preparado dos suites, inspiradas en los personajes del abuelo Staszek y la abuela Ali. Todavía no nos explicamos cómo se las arregló para traer a Osiek un piano, muebles y un baúl lleno de fotos familiares, pero estos tesoros siguen adornando los interiores. Así que les invito a Kashubia, a 5 kilómetros del mar, a un huerto lleno de ciruelas y nueces, a una casa que huele a tarta de manzana, llena de historia y calidez.